jueves, 6 de noviembre de 2014

a veces el 300 pasa por gonzalo ramirez y a veces no



con cada amanecer pegado sucio lustroso sobre la nuca
la soledad se filtra entre las uñas y los dientes y los tendones que unen los recuerdos a los huesos 
la pesadilla se hace carne y el amor es la tregua
el viento el piso el agua los dedos el sol caído ya sin luz
el horizonte seco sin aliento ya ni personalidad ni pasión ni nada 
apenas un brillo de luz y los pies que se mueven 
apenas una caricia y el pecho que pega
y así pasan los días y los años a veces vivos y otras veces muertos

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