Las
calles son de adoquines grandes y las casas de piedra. Hay muchos puestos de
venta de tejidos y artesanías y los rostros finos y antiguos de piel rojiza
comienzan a ser lo habitual mientras que nosotros rápidamente pasamos a ser los
otros, los ajenos. . Estamos en país de los Coyas. Es Humahuaca.
Hay
faroles grandes en cada esquina y en la noche se pueden ver grupos de
mochileros tocando la guitarra y cantando canciones a veces puedo reconocer en
mi memoria. Caminando unas cuadras pasando el puente y por el camino que trepa
llegamos a la quebrada.
Al
escalar entre piedras naranjas y roca quebrada, saltando,caminando y gateando
llegamos a lo más alto en donde se pueden observar 20 km de quebrada
interminable, recortes de piedras y cactus de un paisaje nuevo, trato de ubicar
de donde venimos, me parece que es para allá señalo con el dedo, pero ya no
importa.
Por
la vía del tren 10 kilómetros hacia el sur, caminando por el valle y con los
cerros a la izquierda se llega a Uquía. Antiguo pueblo conocido por su iglesia
del siglo XVII.
El
cartel de la ruta dice que estamos a 2800 msnm y mi cabeza estalla en
martillazos interiores de dolor con cada esfuerzo, mientras mi cuerpo despierta
y se adapta al ritmo del nuevo oxígeno y las nubes a mis pies pegadas al
horizonte como saliendo de adentro de la tierra
Cada
día supera al anterior. Cada día es mejor.
Cada
día soy mas salvaje a medida que la tierra me chupa hacia adentro y el recuerdo
de la ciudad es casi una anécdota de alguna vida anterior.
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